Decir que NO a los niños sin generar conflictos, es posible
Los niños necesitan normas y límites para sentirse seguros y son los padres los responsables de conseguirlo. En la actualidad, muchos padres se sienten sobrepasados a la hora de educar a sus hijos y en muchas ocasiones abusan de la palabra ‘NO’ en su vocabulario. Cuando los padres utilizan demasiado esta palabra en el momento en que se dirigen a sus hijos, solo conseguirán que los pequeños dejen de escucharla, y lo peor, de darle sentido.
Esto puede generar frustraciones en los padres, quizá sientan que no están haciendo las cosas bien y en ocasiones cuando esto ocurre y creen que sus hijos no les escuchan, empiezan los gritos y los malos modos. No hace falta llegar a eso en absoluto. Lo primero que deben tener en cuenta es que si sus hijos no responden a sus ‘NO’ es porque los han utilizado tanto, que ya han dejado de tener sentido para ellos. La palabra ‘NO’, solo hay que utilizarla para momentos concretos, situaciones puntuales donde exista peligro real para el niño como si se asoma a una ventana, si se suelta de la mano en mitad de la calle, etc.
Si realmente quieres que tu hijo te escuche y sepa cuáles son las normas y los límites que existen en vuestra vida diaria, entonces, es muy importante que aprendas a decir NO sin decirlo, pero, ¡ojo! Recuerda que el NO es necesario en la educación de los niños, ya que en ocasiones decir ‘no’ como negativa es importante para que aprendan a tolerar la frustración y a empatizar con los sentimientos de los demás.
Usarlo de forma indiscriminada no tiene sentido, es mejor utilizarlo para momentos reales de peligro. Pero que el ‘no’, como negativa también es importante utilizarlo de vez en cuando para que los niños aprendan que es una palabra que se utiliza y que también deberán aprender a tolerar y a saber utilizar en momentos puntuales de su vida. Ellos también deben aprender a decir ‘no’ cuando sea necesario en su vida.
Para no abusar del NO es importante aprender a decirlo sin decirlo y además, utilizar la asertividad sin que sea necesario ser demasiado negativo en las conversaciones que mantenemos con los hijos. Es importante que los pequeños sientan que les comprendemos, que sus emociones son lo más importante y que además, tienen cierto control en sus acciones. Así podrán ser responsables de lo que hacen y además, evitarás un conflicto innecesario y unas rabietas que no ayudarán a tener un hogar equilibrado. Por ejemplo:
Puede que ni siquiera te des cuenta. Puede que a lo largo del día digas unas 50 veces a tus hijos “NO hagas eso”, “NO digas eso”, “eso NO se hace”, “eso NO se toca”… gasta mucha energía, ¿verdad? Y seguramente no tenga ningún efecto en tus hijos, que solo escuchen NO NO NO pero no sepan ni porqué, ni otra alternativa más productiva.
Nos sale de forma automática. No no no. Creemos que es útil y efectiva, que así ponemos límites, que le decimos a nuestros hijos lo que no pueden hacer. Y ellos lo aprenden igual de rápido, cuando te quieras dar cuenta estará diciendo no constantemente. No digo que no sean necesarios, ni mucho menos. Debemos decir no en ocasiones, y en otras si. Debemos marcar bien sus límites para que se sientan seguros, sin malgastar el no. Ya que decir demasiadas veces no, no solo no le ayuda sino que tampoco nos da los resultados que esperamos. Debemos buscar el equilibrio.
Si tú escuchas algo constantemente deja de tener su verdadero significado. Lo ideal sería conseguir los efectos esperados del no sin pronunciar la palabra no. Así educaríamos de forma positiva, obtendríamos mejores resultados y serían más responsables con sus conductas y consecuencias.
Los niños tienen muy poca tolerancia a la frustración. Quieren algo y lo quieren ya. No comprenden el espacio tiempo para retrasar una gratificación ni saben auto controlarse. No es tarea fácil pero que con una serie de recomendaciones pueden ayudarles a aprender a gestionar esa frustración.
Para que puedan hacerlo deberán enfrentarse a ella. Es decir, que, si no le decimos nunca que no, no se sentirá frustrado. Y por desgracia la vida no siempre te dice que sí. Es necesario que aprenda que hay cosas que pueden hacerse y otras que no.
Maneras de decir NO a un niño de forma positiva
Partir siempre del NO implica que las relaciones con nuestros hijos serán limitantes, provocará sensaciones negativas y afectará a su desarrollo como personas. La forma en la que les hablamos se queda adherida al subconsciente y puede condicionar su comportamiento con esos mensajes. Así que es mucho mejor hablarles en positivo.
Lo primero que hay que aclarar es cuándo el NO sí es necesario. Y es necesario cuando es una expresión para salvaguardar a nuestros hijos de ciertos peligros. Por ejemplo, no tiene sentido explicarle a un niño pequeño por qué no ha de cruzar la calle por cualquier sitio en el momento en el que lo va a hacer o lo está haciendo.
En esa situación un no rotundoprovocará que se pare en seco y el mensaje claro de que no debe hacerlo. Luego, en otro contexto donde no haya peligro, sí podemos explicarle de forma positiva por dónde hay que cruzar (paso de peatones) y que hay que hacerlo dándonos la mano. Explicarle las consecuencias que tendría el hacerlo: el peligro que le hagan daño, la consecuencia natural de este acto, etc.
Es decir, es importante usar el NO cuando el o la menor va a saltarse los límites que afectan a su seguridad o que cruzan la línea roja, por ejemplo, del respeto (a los demás, a sí mismos o al entorno). Eso sí, cuando tengamos que decirles no, hagámoslo de forma respetuosa: poniéndonos a su altura, siendo firmes pero sin perder la amabilidad, sin gritos, centrándonos en la acción o el comportamiento que no han de repetir y no en ellos.
Es difícil huir de la expresión porque, seguramente, nosotr@s mismos hemos recibido continuamente un no por respuesta. De adultos se puede asumir o gestionar (no todos, ni siempre) pero de pequeños es muy frustrante escuchar continuamente «no saltes ahí», «no toques eso», «no hables», «no salgas», «no llegues tarde», etc.
Utilizarlo como recurso continuo solo provoca frustración y, además,merma la autoestima de nuestros-as hijos-as. Socavamos su seguridad y al final les colgamos etiquetas que les limitan y, finalmente, acaban creyéndoselas. Y es que hay cosas que NUNCA deberíamos decirle a un niño.
Además, decirlo muchas veces puede tener el efecto contrario: podemos acrecentar ese deseo y provoca que nos atraiga aún más lo que se nos niega o prohíbe. Cuando van siendo mayores, un «no» tajante puede ser interpretado como un ataque directo a su autonomía, lo que les puede llevar a concentrar toda su energía en contraatacar: gritos, rabietas, malos modos…
Hay que tener en cuenta que los niños y las niñas, además, sobre todo los más pequeños, no desobedecen para desafiarnos. Hay otras muchas razones, más prosaicas y naturales, que entenderíamos si no nos relacionáramos con ell@s con una visión centrada en el adulto, en nuestras necesidades o creencias; y no en la de ellos, en su naturaleza.
Si queremos tener una relación positiva con nuestros hijos e hijas, hay conceptos que debemos tener muy presentes, como el respeto y la escucha activa. Pero quizás la clave está en la asertividad, es decir, en la capacidad de expresar nuestras propias opiniones, deseos y necesidades de forma adecuada.
Si somos asertivos, invitamos a nuestros hijos a imitarnos y con el tiempo aprenderán a serlo. Ganarán en capacidad comunicativa y sabrán validar sus propias emociones y empatizar con los demás. En definitiva, les damos las herramientas para que en el futuro (en la adolescencia, por ejemplo) sean capaces de reafirmarse y no dejarse llevar por la presión del entorno.
Explicar las consecuencias o el comportamiento que queremos evitar
Les ayudará a comprender por qué se lo negamos. Los gestos también pueden ayudar a evitar el «no». Y mano de santo. Explicarles, por ejemplo, que si no se ponen los zapatos en la calle tiene la consecuencia de que se pueden clavar un cristal y eso comportaría ir al hospital puede ayudarles a comprender el límite impuesto.
Ofrecer alternativas
Es muy importante hacer ver a los niños y las niñas que su opinión se tiene en cuenta y quetienen la libertad de elegir. Fomentamos así la seguridad en sí mismos Si están jugando y no quieren recoger los juguetes aunque vayamos a comer, siempre podemos ofrecerles jugar un poco más (5 minutos no es nada en realidad) y recoger después de la comida; o recogerlos en este momento y volver a sacarlos por la tarde un rato.
Dar información (evitando el “no”)
A veces no hay que dar muchas explicaciones, simplemente informarles de lo que viene, por ejemplo: «¿Puedo poner una película?». Si en vez de decirle que «no», les contestamos: «cenamos en 10 minutos», comprenderán que no hay tiempo para poner una película.
También podemos explicar el problema para que lo entiendan: si nos piden que juguemos con ellos pero en ese momento no podemos hacerlo, podemos responder explicándoles por qué: «ahora estoy recogiendo/trabajando… pero en cuanto termine, juego contigo».
Usar la empatía y aceptar sus sentimientos
Verbalizar que entendemos cómo se sienten puede ayudarles a aceptar una decisión, porque les estamos tomando en cuenta. Si quieren un regalo que consideramos no adecuado, podemos responder que «entendemos que les gustaría tener uno como su amiga pero que lo tendrá cuando sea el momento adecuado»
Hablar en positivo en vez de en negativo
Al principio comenté que es mucho mejor hablar en positivo que en negativo, así que es buena idea (aunque sea difícil y requiera entrenamiento) intentar sustituir el no por el sí: «¿puedo comer turrón?» «Por supuesto que sí. El día de Año Nuevo (o en Reyes, o el domingo)».
Darse tiempo para pensar
La frase «déjame pensarlo» puede ayudarnos a ganar tiempo si no tenemos muy claro qué responder o cómo. Eso también ayuda a que su actitud expectante puede ser más suave si pasa un poco de tiempo. Y, sobre todo, nos permite reflexionar sobre su petición. Hay veces que nos sale un «no» inmediato porque no hemos pensado, por nuestra comodidady/o porque no nos ponemos en la posición de nuestro hijo o hija para entender sus razones para solicitar algo concreto.
Decirles lo que sí pueden hacer
En lugar de pasarnos el día diciéndoles: «No saltes en el sofá», «no tires la comida al suelo» o «no le quites el juguete a tu hermano»; podemos optar por decirles lo que sí pueden hacer o lo que esperamos de ellos. Por ejemplo: «Si quieres saltar, puedes hacerlo en la alfombra», «si no quieres comer más, puedes poner en este plato lo que no quieras» o «si quieres ese juguete, puedes pedírselo a tu hermano». Cuando les decimos lo que no queremos que hagan sin ofrecerles ninguna alternativapueden sentirse perdidos y no saber qué esperamos realmente de ellos/as.
Todas estas opciones no son fáciles de aplicar. Se necesita paciencia y un continuo prueba-error para interiorizarlo, sobre todo cuando hemos escuchado y contestado tantas veces «no». Pero merece la pena el esfuerzo y caminar hacia una forma de educar más positiva y respetuosacon nuestros hijos.
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